1941-1942
Hasta mediados de 1942, el Eje triunfaba por sobre los aliados. Tanto
Alemania como Japón había obtenido importantes victorias en sus respectivos frentes de ataque. Con gran parte de Europa, el norte de África y el oeste ruso en su poder, Hitler se perfilaba como el gran vencedor del conflicto bélico más grande conocido por la humanidad. Por su parte, Japón configuraba su imperio gracias a sus exitosas incursiones en diversos sectores de Asia y Oceanía como Tailandia, Malasia, Birmania, la zona costera de China, Indonesia, Filipinas, Guam, las islas Salomón y Nueva
Guinea. Sin embargo, ya hacia fines del mismo año, una serie de derrotas emblemáticas del Eje anunciaron el declive de su fuerza expansiva, que se prolongaría hasta el final del conflicto.
La operación Barbarroja
El 22 de junio de 1941, Alemania para sorpresa de todos, rompió, el famoso pacto de no agresión firmado con la Unión Soviética. La guerra relámpago, iniciada por el ejército alemán contra este gigantesco Estado, echó por tierra los planes de Stalin de mantenerse al margen del conflicto. Desde entonces, la guerra tomó otras dimensiones y forzó a una nueva e inédita alianza entre comunistas soviéticos y las democracias europeas contra el enemigo común: el fascismo. Hitler anhelaba obtener su “espacio vital”, y la zona occidental de la Unión Soviética le entregaba dos productos de gran relevancia: cereales y petróleo, los cuales ayudarían a mantener la supervivencia de su población y economía. En un principio, las tropas alemanas lograron avanzar aceleradamente por tres frentes, producto de la desorganización al interior del Ejército Rojo debido a lo sorpresivo del ataque. Sin embargo, a medida que el frío invierno ruso se fue apropiando del clima, los alemanes vieron mermadas sus fuerzas y su capacidad ofensiva. Esto, sumado a la estrategia de “tierra quemada” utilizada por los rusos para combatir a los alemanes provocó el estancamiento de los avances germanos, justo antes de su entrada a ciudades tan emblemáticas como Leningrado (actual San Petersburgo) y Moscú.
En octubre de 1942, el ejército alemán sufriría su primera derrota. En el Alamein situado en África, las tropas germanas, dirigidas por Erwin Rommel, no fueron capaces de contener un contraataque de los aliados, lo cual marcó el inicio del retroceso alemán en este continente. Un año más tarde, tropas alemanas e italianas se encontraron en Túnez completamente acorralados por ingleses y norteamericanos, viéndose obligadas a evacuar la zona. Con el triunfo en África, los aliados tenían el camino para ingresar a
Europa desde la isla italiana de Sicilia.
El ataque japonés a Pearl Harbor
Pocos meses después de iniciada la ofensiva alemana en tierras soviéticas, los japoneses lanzaron un aún más sorpresivo ataque. El 7 de diciembre de 1941, la fuerza aérea japonesa destruyó, casi en su totalidad, la base naval estadounidense de Pearl Harbor, ubicada en Hawái. Se trataba del primer paso para luego iniciar la conquista de toda la zona del Pacífico. La inmediata declaración de guerra de Estados Unidos a la nación japonesa provocó, a su vez, que tanto Hitler como Mussolini le declararan la guerra a Estados Unidos, en virtud del pacto que un año antes había conformado el eje Berlín-Roma-Tokio. Desde entonces, el bando de los aliados quedó completamente configurado, e integrado por Inglaterra, Francia, la Unión Soviética y Estados Unidos. Se trataba de un gran frente destinado a impedir la creación de un imperio nazi en Europa, uno fascista en el Mediterráneo y otro nipón en Asia La invasión de la isla italiana de Sicilia y, posteriormente de la Italia continental, comenzó en julio de 1943. Los aliados fueron ganando terreno rápidamente, lo cual provocó que en Italia, Mussolini fuese destituido por el rey Víctor Manuel III y la consiguiente rendición de esta nación. Desde entonces, este Estado pasaría a formar parte del bando de los aliados, siendo Roma liberada en junio de 1944, a pesar de que Alemania prolongó la resistencia en Italia. En abril de 1945, toda la península se encontraba en manos aliadas. Un segundo punto de inflexión de la guerra ocurrió en la Unión Soviética. En agosto de 1942, todos los esfuerzos alemanes se orientaron a la toma de la ciudad rusa de Stalingrado. Tras meses de encarnizada lucha, los soviéticos iniciaron una contraofensiva que culminó con el cerco y la posterior rendición de veintidós divisiones militares alemanas. Esta batalla marcó el inicio de la contraofensiva soviética y probablemente fue una de las más sangrientas de la historia, producto de los millones de muertos.